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Migración: Lo que ganamos y lo que perdemos

Puente en la frontera de Venezuela - Colombia. Foto de Cristian Garavito
Todo el que se ha montado en un avión, autobús o lancha para irse de Venezuela, experimenta sensaciones muy contradictorias, paradójicas y enfrentadas. Por un lado sentimos el alivio de alejarnos de una situación social colapsada y sin salida a la vista en el corto plazo, salvo alguna sorpresa que ni siquiera sospecho de dónde podría venir. Por el otro, dejamos personas, cosas, lugares que no sabemos, en la mayoría de los casos, cuándo los volvamos a ver. Venezuela gana y pierde con la migración masiva en muchos escenarios. Veamos algunos:

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Como país, Venezuela pierde: La mayoría de los emigrantes son graduados universitarios y con oficios. La gama es muy variada y va desde neurocirujanos y médicos de todas las especialidades, físicos, químicos, psicólogos, ingenieros, publicistas, plomeros, albañiles, electricistas, abogados, administradores, periodistas, emprendedores con negocios de cualquier cosas imaginables, en fin. Hay cientos de colegios y universidades sin la plantilla completa de profesores porque cada vez son más los que se van, a veces sin previo aviso, ya sea por un tema de seguridad o por no perder una oportunidad. Y seamos realistas, muchos de ellos no volverán si cae el chavismo mañana. Ya tienen su vida hecha en otras latitudes y el país no se va a recuperar en un par de años desde ese día.



Como país, Venezuela gana: Una generación completa que está preparada desde el punto de vista académico y vivencial para ayudar a formar una sociedad post chavista basada en la productividad y la educación. Muchos inmigrantes están estudiando desde cursos de manejo de montacargas hasta doctorados en matemáticas. Se necesitará de todos. Hasta de los niños que hoy están en algún equipo de fútbol en A Coruña, Madrid, Dusseldorf o Medellín y mañana pueden alimentar la vinotinto masculina y femenina. O de los que integran un equipo de debates o audiovisuales en Houston o Buenos Aires. Todos pueden sumar. Por supuesto tendrán que decidir entre el país que los vio nacer y el que les dio la oportunidad de una formación de calidad. Eso será cosa de cada quién.

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Como personas, perdemos: Momentos, una vida. ¡Cuántos amores se han separado con la certeza silenciosa de que no volverán a verse! ¡Cuántos no han podido ayudar como quisieran a sus seres queridos en la enfermedad! ¡A cuántos les ha fallecido su madre, padre, abuelo, hermanos, el gato, un sobrino, el perro que se te montaba en la cama por la mañana, sin la posibilidad de ir a su entierro o velorio por su situación migratoria, falta de dinero o ausencia de vuelos! Es cruel decirlo pero creo que deberíamos hacer acuerdos familiares sobre estos temas y al menos sepamos qué hacer, con un protocolo de acciones en caso de que sucedan estas terribles situaciones.

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Como personas, ganamos: Madurez, fortaleza y sapiencia para enfrentar situaciones como las mencionadas anteriormente. No se te forma una coraza que te impida sentir, llorar y padecer. Espero que no. Pero sí te da la experiencia para saber como manejarlas y poder seguir con nuestras vidas. Ya de por sí también exportamos esa increíble resiliencia, calma o sumisión (póngale el nombre que quiera) para aguantar la cara de culo de un trabajador del SAIME, SENIAT o banca pública o privada, entre otros, aparte del triunvirato hamponil que conforman los militares, policías y malandros comunes, cómodamente podemos superar la aspereza en el trato de un funcionario de migración de cualquier país. Pulimos algunas, descubrimos y desarrollamos otras habilidades personales. Por nuestro bien y por los que ahora están con nosotros.

Como sociedad y cultura, perdemos: Aún me debato en comparar entre lo bonito y lo cruel de la esperanza. No hablo del orden o la prosperidad porque nunca hemos sido prósperos ni ordenados. El caos está en nuestro ADN. Rendimos culto al militarismo y al caudillismo, y a las viudas de "la cuarta" (disculpen el neolenguaje chavista, ya sabemos que no estamos en la quinta ni en la sexta república) les digo que en esa época estábamos tan mal, tan jodidos, tan rotos, desde el punto de vista moral, social y político, que se eligió a chavez de presidente, luego de una enorme campaña en los grandes medios impresos y televisivos con empresarios de alta alcurnia de todas las industrias incluidos. Sí, todos, hasta los que luego cerraron. Pero vale, no habrá pase de facturas. Olvídense de eso.
Perdimos el norte, el rumbo, vivimos del día a día y con la ruleta agridulce del mensaje o la llamada que nos anuncia que un familiar o amigo se va del país. Venezuela está en depresión y se suicida en cada evento o actividad política y económica. Que los chistes y el "lacreo con el chalequeo" no te engañen.

Como sociedad y cultura, ganamos: Regresarán muchos con una nueva visión social basados en el bien común, luego de permanecer en países donde esto es un principio que se enseña en hogares y escuelas. Te hablo de algo más allá de respetar el semáforo, el rayado, pagar impuestos y no tirar basura en la calle. Te hablo de entender la importancia de tener a nuestra gente educada, despierta y crítica. Al separarnos de nuestro foco de angustia, podríamos ver las cosas en otra dimensión, sabiendo, por ejemplo, que no debemos apoyar ciertos liderazgos, porque la política es tan sucia como la moral de los ciudadanos que eligen a los políticos. Todo cambio, grande o pequeño comenzará por nosotros.