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Sexo y amor inmigrante


Una de las cosas que más afectan al inmigrante es la soledad. Se piensa muy poco en eso antes de emprender el viaje, pero una vez en el país de destino, se comienza a asimilar que visitar a la familia o amigos no es tan fácil como tomar un taxi, un bus o el metro. Por puro instinto se busca con quien compartir nuestras inquietudes y experiencias, alguien que sienta auténtica empatía con nosotros y es algo que se nos es difícil lograr con los nacionales, por desconfianza mutua, o que simplemente sentimos que no van a entendernos.
En los asuntos amorosos está la diatriba de no saber si la relación amorosa que se deja en el país de origen, sobrevivirá a la distancia. En muchos casos no se sabe cuándo volverán a verse. No sabemos si hay acuerdos para satisfacer necesidades sexuales ¿y si la cosa se complica y nos comienza a gustar alguien más? Es complicado, cada pareja es un mundo distinto y no todas aguantan la ausencia de contacto. Lamentablemente no hay aplicación de mensajería que envíe calor, olor o fluidos corporales.
Somos seres sociales, necesitamos compañía, es nuestra naturaleza. Los ermitaños son muy pocos en el planeta por esa razón. ¿A quién buscamos como compañía cuando emigramos? Pues con quien conectemos empáticamente y los venezolanos somos muy selectivos en este aspecto. Por eso es que la mayoría buscamos enamorarnos, juntarnos o aparearnos con nuestros compatriotas. Sentimos que son los únicos que puede entendernos. Sí, yo se que tienes una amiga que se arrejuntó con un inglés, tu cuñada se casó con un gringo y un primo que se empató con una española, pero no es lo común, no sucede para la mayoría y lo sabes. Incluso me arriesgaría a decir que nuestra segunda tendencia a la hora de buscar pareja en el exterior serían colombian@s, con los cuales compartimos una herencia histórica y cultural, lo cual afianza mi punto.
En lo sexual, nos sentimos más cómodos con quienes comparten nuestros intereses, los que hayan vivido experiencias similares a la nuestra, que compartan nuestros miedos y prejuicios. La sexualidad europea es mucho más abierta que la venezolana y latinoamericana en general, por citar un caso, y a su vez somos un poco más abiertos que los panameños y dominicanos sobre este tema. En el Caribe tenemos abundantes tabúes sexuales que en otras latitudes fueron dejados atrás hace décadas. Y eso no está ni bien ni mal para ninguno. Somos así y punto, cada quien con sus creencias. De todos modos uno no es buen ni mal polvo para todo el mundo. A alguien le vas a encantar y hasta te va a aplaudir, mientras otros te recordarán con un bostezo. Todo depende de lo que busques y lo que le guste a cada quien y en eso, el catálogo es infinito.